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jueves, 11 de julio de 2013

Zancudos



Video clip de la composicion musical propia "Zancudos"
http://www.goear.com/listen/41cc5b2/zancudos-rulo-soundtrack

jueves, 30 de mayo de 2013

Fantasias Animadas De Ayer Y Hoy



Animación fotografica que narra la historia de una persona que entra en una casa abandonada en donde ocurrió un asesinato. La casa parece cobrar vida, ya que atrapa a este personaje y le impide su salida. Este personaje, al no poder salir de la casa, entra en pánico y angustia ya que se encuentra in situ con los cuerpos sin vida y ensangrentados de las personas que murieron en esa casa. Por lo mismo, inútilmente intenta escapar, no teniendo exito.
Este trabajo está hecho, en su totalidad con imágenes fijas.
Idea original y reedición en Final Cut: Ignacio Carrasco (KarrascREC)

martes, 23 de abril de 2013

Manual: Como Darle Una Pastilla A Un Gato (Del Folclor popular)


1.- Tome el gato y acúnelo con su brazo izquierdo como si estuviera sosteniendo a un bebé. Coloque los dedos índice y pulgar de su mano izquierda para aplicar una suave presión sobre las mejillas del minino, mientras sostiene la píldora con la derecha. Cuando el gato abra la boca, arroje la píldora dentro. Permítale cerrar la boca a los efectos de que el gato la trague.

2.- Coja la píldora del suelo y saque al gato de detrás del sofá. Acune al gato en su brazo izquierdo y repita el proceso.

3.- Traiga al gato desde el escritorio y tire la píldora baboseada a la basura

4.- Coja una nueva pastilla de la caja, acune al gato en su brazo izquierdo, manteniendo las patas traseras firmemente sujetas con su mano izquierda. Fuerce la apertura de la mandíbula y empuje la pastilla dentro de la boca del animal con su dedo medio. Mantenga la boca del gato cerrada y cuente hasta 10.

5.- Saque la píldora de la pecera, y al gato de encima del armario. Llame a su esposa, que está en el jardín, para que le ayude.

6.-Arrodíllese en el suelo con el gato firmemente sujeto entre sus rodillas. Mantenga sus patas traseras y delanteras quietas. Ignore los gruñidos que el gato emite. Pídale a su esposa que sostenga la cabeza del gato con una mano, mientras le abre la boca con una regla de madera. Eche la pastilla dentro y frote vigorosamente la garganta del gato.

7.- Traiga al gato de la lámpara de la cocina. Coja otra píldora de la caja. Recuerde comprar una nueva regla y encargar unas cortinas nuevas. Barra cuidadosamente los trozos de figuras de porcelana y póngalos aparte para pegarlos luego.

8.- Envuelva al gato en una toalla grande y pídale a su esposa que lo mantenga estirado, sólo con la cabeza visible. Ponga la pastilla en una pajita de refresco. Abra la boca del gato con un lápiz. Ponga un extremo de la pajita en la boca del gato y el otro en la suya propia. Sople.

9.- Lea el prospecto de la caja para asegurarse que la pastilla que se acaba de tragar no es dañina para seres humanos. Beba un vaso de agua para recuperar el sentido del gusto. Aplique apósitos en los brazos de su esposa y limpie la sangre de la alfombra con agua fría y jabón.

10.- Traiga al gato del tejado del vecino. Tome otra píldora. Ponga al gato en el armario y cierre la puerta sobre su cuello, dejando sólo la cabeza fuera del mismo. Fuerce la apertura de la boca con una cuchara de postre. Arroje la pastilla dentro de la boca del gato con una goma elástica.

11.- Vaya al garaje a buscar un destornillador para volver a colocar la puerta del armario en sus bisagras. Aplíquese compresas frías en sus mejillas y verifique cuándo fue su última dosis de antitetánica.

12.- Llame a los bomberos para bajar al gato del árbol que hay en la calle de enfrente. Discúlpese con su vecino, que se acaba de estrellar tratando de escapar de su gato furioso.

13.- Tome la última píldora de la caja. Ate las patas delanteras del gato junto con las traseras con una cuerda.Atelo firmemente a la pata de la mesa de la cocina. Busque guantes de trabajo pesado. Mantenga la boca del gato abierta con una pequeña palanca. Póngale la pastilla en la boca seguida de un trozo de carne. Mantenga la cabeza vertical y vierta medio litro de agua a través de la garganta del gato, para que trague la píldora.

14.- Haga que su esposa lo lleve a urgencias. Siéntese tranquilo mientras el doctor le venda los dedos y la frente y le saca la píldora del ojo. En el camino de vuelta a casa, deténgase un momento en la tienda de muebles para comprar una nueva mesa.

15.- Por último, arregle con una inmobiliaria la compra de una nueva casa, y llame al veterinario, para averiguar si tiene algún hámster para vender.

lunes, 15 de abril de 2013

viernes, 5 de abril de 2013

jueves, 4 de abril de 2013

lunes, 25 de marzo de 2013

MACABRA


Podere ser una peste o algo que te arreste;
podré ser un gran artista, un fotografo ejemplar;
hacer buenos videos y en la tele brillar,
pero tú, mi peor pesadilla
jamás podré matar.

Eres una repugnante mezcla entre un  fascista y un azul;
eres un cara al culo peor que mi vecino de al lado;
yo podré perder el tiempo, pero por lo menos, tengo indignidad,
soy una bomba de odio y esa es la verdad.

Culpable de toda mi ruina es la sociedad
y, créanme o no, la aborrezco de verdad.
Culpables de mi aburrimiento son los canales de televisión 
donde los nazis son amos y señores de una macabra invasión.

¡Webiana webea y nacho imbecilea a lo imbecil! (y con gusto)
al milico cuico, asesino y ladrón lo escupo en la cara con macabra intensión,
esos mulos con metralleta avanzan con paso demencial
son un grupucho de mala muerte, con camiseta azul, llamada junta kriminal.

No me gusta la gente y menos sus relaciones webianas,
falsas, con lucro de dinero en el monopoly y con ayuda comercial,
me da asco ayudar sin que después nadie me ayude a mi 
me gusta webiana, me gusta la joda
joda webiala literal.

domingo, 24 de marzo de 2013

Con Las Mismas Ganas De No Estar


La tarde está fresca y agradable. Es otoño y se respira un fragante aroma a flores en el ambiente. Tirado en la hamaca, ve como el cielo muta de color y piensa para sí en lo lindo que sería disfrutar de ese atardecer en las costas de la quinta region.
Contemplar el atardecer en la playa, tirado en la arena o, bien, en las tantas terrazas que hay en los balnearios, donde la gente suele sentarse a descansar, acompañados del canto de las gaviotas. Sentir el olor del bosque de pinos de los cerros del litoral.
Quería estar ahí. Después conduciría su auto por las calles del litoral, visitando de pasada los pueblos. Por una parte, no tenía la carga del colegio que tenía antes y que lo fastidiaba. Pero por otro, no tenía los medios como para poder emprender tan anhelado viaje.
En Fín.
Se puso los fonos y continuó durmiendo tendido en la hamaca. Pero lo sobrepasabas las ganas de pasar un atardecer en su litoral amado.

viernes, 15 de marzo de 2013

Parangaricutiridolfo Parangaricutigodinez (o en sencillo, "desgano")


Esa mañana se levantó temprano. Nada lo hacía reír. Se puso de pie , fue a la cocina, encendió el calefont y se dirigió al baño. 
Abrió la llave del agua caliente y metió todo su cuerpo bajo el chorro de agua caliente que salía de esa cosa que no se como se llama.
Terminó de ducharse, se puso la ropa, tomó su desayuno y se dirigió a su estudio en donde tenia sus equipos computacionales con los que trabajaba día a día.
Sabía de memoria lo que ocurriría ese día por que todos sus día eran iguales. No había ni una diferencia entre un domingo y un viernes. O entre un Lunes y un sábado. El trabajaba frente a su pantalla realizando historia tras historia. al igual que todos los días pasados, se acomodó en su silla, pulsó el botón de encendido y espero paciente y sin sonreír a que el equipo arrancara para poder continuar su tediosa labor, tal cual como lo venía haciendo desde hace años.
Actualizó su antivirus, revisó el trabajo y lo cargó en su disco duro. Se puso sus fonos y salió de la casa. La gente lo saludaba, pero el no saludaba a nadie. Muy serio subió ala micro y se sentó en el ultimo asiento de la micro. 
Podría viajar con los ojos cerrados, total se sabía de memoria el trayecto. Había hecho ese mismo viaje día tras día; año tras año. Ni siquiera le molestaba el hecho de que la micro avanzara tan despacio. Los demás pasajeros golpeaban el techo en protesta para que el chofer apurara el recorrido. Pero el, no. Sabía que, de todos modos, llegaría atrasado de todas formas. 
Sin ganas, se paró de su asiento, tocó el timbre, bajó de la micro y caminó hacia la estación del metro. Allí caminó hasta el final de la estación, lugar donde no había gente y esperó aburrido la llegada del tren.
Se subió al último carro, en el cual no había subido ningún pasajero, y se acomodó en el ultimo asiento.
Desgano.


martes, 5 de marzo de 2013

Como Regimiento Militar

Cada comienzo de marzo, uno debía llegar al centro gris y oscuro, donde esos señores que pasaban por encima de uno. No era gran cosa para mi llegar igualmente vestido que todos los demás, con el mismo corte de pelo y todos bien rasurados. Tanto uniforme pesaba. No era fácil llevar encima la chaqueta, la camisa, el chaleco, el bestón; llevar la corbata apretada al cuello y los zapatos negros fríos e incomodos.  No era grato ese lugar. Las salas de clases eran frías, los maestros indiferentes y nosotros, humillados día a día. Si nos faltaba alguna prenda del uniforme, éramos devueltos a nuestras casas, lo que a mi me gustaba bastante porque no me gustaba ese lugar. Debíamos estar ahí toda la mañana y parte de la tarde. Una perdida de tiempo de proporciones. No torturaban con formulas químicas, algebraicas, biológicas y trigonométricas. Teníamos que aprenderlas de memoria, si no debíamos quedarnos hasta la tarde en clases de reforzamiento. Yo no entendía un carajo. Nunca fue mi intención ser químico, físico, ni mucho menos, matemático. Pero debía aprender las formulas por obligación. Copiaba los resultados a mis compañeros que estaban mucho mas perdidos que yo. Pero debíamos estar pegados en ese centro. Muchos no queríamos. Deseábamos deambular por las calles de Santiago a estar encerrados en salas de clases sin aprender nada constructivo. 
cuando la gente se dedica a enseñar, lo hace por gusto. Por sentir placer de que la otra persona aprenda cosas nuevas. Acá, no pasaba eso. Había algo que estaba por encima de nuestro "aprendizaje", si es que eso se puede llamar aprendizaje. Era el dinero. Muchos de mis compañeros pasaban toda la jornada de pié al lado de la oficina del director a la espera de que su apoderado llegara a buscarlo y así aprovechar de pagar la mensualidad. Entonces comencé a tomarle odio a ese centro. Por mi actitud, me ganaba reproches de parte de los maestros. Muchas veces llegaba desganado, sin ganas de hacer nada y por eso, me castigaban.  Me entregaban una hoja con ejercicios matemáticos los que tenía que resolver antes de la hora de salida, de lo contrario, no podría irme a mi casa. Por el contrario, y lejos de resolverlos, hacía dibujos en la hoja.
Como ovejas en un rebaño, debíamos obedecer a cada una de las exigencias que se nos imponía: pelo corto, camisa blanca dentro del pantalón, zapatos (no zapatillas); calcetines azules (no blancos), insignia, bestón y la camisa bien abrochada en manos y cuello. 
Era demasiada exigencia para tan poca, o casi nula, educación que recibíamos. No aprendíamos nada nuevo. 
El profesor de religion, nos sermoneaba acerca de la droga y la sexualidad. Nos pasaba papelitos en donde teníamos que anotar que era para nosotros la droga. Y esa "dinámica" duraba alrededor de dos horas. Yo ya no podía estar mas aburrido. No sabía que era peor: que terminara esa clase, o que terminara y empezara otra. 
Un día tuve la estúpida idea de llevar mi personal stereo (de cassettes en ese tiempo): terminó requisado por el director y yo me gané una anotación en mi hoja de vida, lo que hizo peligrar mi súper año académico.
Y aquí estoy: aprendiendo. Lo que no hice en el colegio.

sábado, 2 de marzo de 2013

Sueño

Llegó al pueblo con un bebé en sus hombros. El pueblo era similar a los que había visto en películas de dibujos animados. Algunas construcciones no respetaban sus formas. Muchas construcciones deformes conformaban el escenario. Pero eso no parecía incomodarle. Solo se preocupaba de sostener al bebé que traía sentado en sus hombros. Se acercaba a las casas para contemplar mas de cerca las construcciones de formas poco usuales. Se paraba en medio de la calle para poder mirarlas mas de lejos.  Se detenía a contemplar las obras de arte que colgaban de las paredes de las casas del lugar. Con mucho cuidado, esquivaba los arboles para no hacerle daño al niño en su rostro. Así caminaba por la vereda de aquel pueblo animado. El cielo era de color granate y las paredes de color café claro. Ambos eran seres en un lugar que parecía querer hablarles.