No es el mismo ambiente con el que uno se suele encontrar cuando sale del trabajo o de clases;
Esas calles saturadas de gente, de comerciantes, de niños, estudiantes simarreando.
Ese ambiente que atrapa. Donde se escucha la música de las tiendas de discos; donde hay pantallas HD en las vitrinas y la gente se agolpa para mirarlas, algunos para comprarlas, otros para cotizar. Hasta uno mismo se entusiasma y se enoja de no tener el dinero suficiente para poder comprar todas esas cosas.
Un paseo ahumada con gente sacando fotos, mimos hinchando las pelotas a la gente que pasa.
¡PREDICADORES QUE PREDICAN PREDICAS!
A las 8 de la mañana de un sabado, el ambiente del paseo Ahumada llega a asustar. Silencio. Uno solo va caminando por una calle que simula haber sido desotada por un terremoto. Nadie se ve. Nadie se oye. No hay multitud. Y uno va con sueño avanzando. El sol se asoma de a ratos por entre los edificios. Ya no hay música. El pelo se va secando con el sol y el viento. Las manos están heladas y empieza a picar la cara por la rasurada. Caminar agota y cae la primera gota de sudor por la frente. En la plaza de armas hay una señora regando las plantas con una mangera que saca desde un subterraneo. Casi es la unica persona que se puede divisar. Uno que otro borracho hay durmiendo en las bancas de la plaza. No hay trafico. No hay furgones escolares. El metro está cerrado. Esa misma calle que anoche era ruidosa y acogedora, ahora es fría y solitaria
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