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jueves, 10 de noviembre de 2011

SOY IMPORTANTE, PORQUE SOY MAPUCHE



Estracto de la entrevista realizada por Hernan Dinamarca a Lorenzo Lemunguier para el libro "Bolero de Almas" a pocos meses de su muerte.

“Don Lorenzo es querido entre su pueblo. Provine de una importante familia mapuche y gran parte del siglo ha sido, desde Santiago, un activo promotor de los derechos indígenas. Debe ser uno de los ancianos mapuches que mejor conoce su lengua, la que enseña y trasmite con orgullo, sobre todo a los jóvenes.

-Usted nació en Maquehue, Temuco, en un lugar muy simbólico para el pueblo mapuche, pues fue lugar de resistencia en la última guerra con los huincas chilenos.

-Todas las grandes reuniones, políticas como religiones, se han efectuado en Maquehue. Allí se conservan intactas las costumbres y hay un palo llamado chemamul, que significa “lugar donde se reúne la gente”. Por eso se conserva y se respeta ese lugar.

-¿La última guerra fue a fines del siglo pasado?

 -Sí. Incluso los mismos soldados chilenos que estuvieron en la Guerra del Pacifico, después los mandaron a pelear contra los mapuches. En todo caso, sobre la guerra no se conversa en el campo. No se recuerda.

-¿Porqué no se conversa, si fue tan dolorosa para el pueblo mapuche?

-Porque se prohibió hablar de pelea, de guerra, de resistencia. Entonces, quien habla de resistencia es como sublevarse. Recuerdos muy suaves existen entre las mujeres, porque fueron ellas quienes sufrieron mas, les quitaron sus hijos y se escondieron en los montes, subían arriba de los árboles para proteger a sus hijos y los hombres, en tanto, resistían. Para nuestra generación, es un tena superado. Y en los jóvenes, sobre todo quienes han estudiado historia, a veces, se conversa., pero más que nada, para valorar su cultura.

 -Sin embargo, a mi me ha sorprendido conversar con mapuches del interior de la Araucanía y constatar lo poco que conocen a poetas mapuches actuales tan importantes como Elicura Chihuailaf o Lorenzo Ayllapán, por ejemplo
 -Eso es falta de comunicación, más que nada, también es poco de indolencia. También los mapuches del campo son celosos con los “mestizos” que viven en la ciudad. No se puede hablar del pueblo mapuche en general, hay que diferenciar entre los de la ciudad y los del campo. Los del campo no comprenden mucho el proceso que se ha vivido con las migraciones  mapuches a las ciudades.

 -Pero ambos se han distanciado de una autovaloración de su cultura.

 -Es complejo. Muchos que se han venido del campo a la ciudad, lo han hecho por pobreza, entonces relacionan la cultura mapuche antigua con pobreza. En cambio, quienes han estudiado comprenden la cultura mapuche antigua y la relacionan con pobreza espiritual o cultural. A veces, los del campo, no son tan tolerantes con los que se van a la ciudad. Otros, los de la ciudad, que no han estudiado, se olvidan de los mapuches del campo. Son actitudes distintas que hay que diferenciar.

 -Bueno, la migración campo-ciudad por razones económicas ha sido común en este siglo para cualquier campesino chileno. Sin embargo, para los mapuches también tenía que ver con chilenizarse en lo cultural, como una manera de evitar la tradicional mala mirada del chileno ante lo indígena. Usted, don Lorenzo, fue emigrante y se casó con una chilena. ¿Vivió actitudes de desprecio hacia su cultura?

 -Claro que viví el maltrato hacia lo nuestro. Nunca había una alabanza hacia lo indígena. Pero no pensé cambiarme. Me dije: “bueno, si mi cultura es inferior, tengo que saber en qué se basan para decir que es inferior”. Ahí empecé a estudiar ,mas afondo eso.

 -¿A qué conclusión llegó?

 -Yo me considero una persona importante. Conozco mi cultura, la vivo y a mi familia siempre le he hablado de lo que son nuestras costumbres. Por eso me considero importante. Por eso me considero importante, ya que no todos los hombres son así. Pero, francamente, a los campesinos mapuches que emigran a Santiago, que venían a buscar trabajo, los trataban muy mal.

 -¿Recuerda alguna anécdota personal de maltrato?

 -Personalmente, no. Porque cuando llegué a la ciudad ya era un hombre educado. Antes, en Temuco, había trabajado como profesor rural y también como carpintero especializado. Estudié en la misión anglicana hasta sexto preparatoria y luego para Técnico Agrícola, lo que en esa época significaba mucho. Estamos hablando del año 39. Por eso nunca tuve complejo de inferioridad. En Santiago pude haber sido empleador detrás del mostrador. Pero no era un tipo necesitado de trabajar para ganarme la vida. Desde mi casa en al campo, me mandaban ayuda, pues mi abuelo tenía hartas tierras…”

Dinamarca, Hernán Bolero de Almas, Santiago, Chile, LOM, 1996

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