Estracto de la entrevista
realizada por Hernan Dinamarca a Lorenzo Lemunguier para el libro "Bolero de Almas" a pocos meses de su muerte.
“Don
Lorenzo es querido entre su pueblo. Provine de una importante familia mapuche y
gran parte del siglo ha sido, desde Santiago, un activo promotor de los
derechos indígenas. Debe ser uno de los ancianos mapuches que mejor conoce su
lengua, la que enseña y trasmite con orgullo, sobre todo a los jóvenes.
-Usted nació en Maquehue,
Temuco, en un lugar muy simbólico para el pueblo mapuche, pues fue lugar de
resistencia en la última guerra con los huincas chilenos.
-Todas
las grandes reuniones, políticas como religiones, se han efectuado en Maquehue.
Allí se conservan intactas las costumbres y hay un palo llamado chemamul, que
significa “lugar donde se reúne la gente”. Por eso se conserva y se respeta ese
lugar.
-¿La última guerra fue a fines
del siglo pasado?
-Sí. Incluso los mismos soldados chilenos que
estuvieron en la Guerra del Pacifico, después los mandaron a pelear contra los
mapuches. En todo caso, sobre la guerra no se conversa en el campo. No se
recuerda.
-¿Porqué no se conversa, si fue
tan dolorosa para el pueblo mapuche?
-Porque
se prohibió hablar de pelea, de guerra, de resistencia. Entonces, quien habla
de resistencia es como sublevarse. Recuerdos muy suaves existen entre las
mujeres, porque fueron ellas quienes sufrieron mas, les quitaron sus hijos y se
escondieron en los montes, subían arriba de los árboles para proteger a sus
hijos y los hombres, en tanto, resistían. Para nuestra generación, es un tena
superado. Y en los jóvenes, sobre todo quienes han estudiado historia, a veces,
se conversa., pero más que nada, para valorar su cultura.
-Sin embargo, a mi me ha sorprendido conversar
con mapuches del interior de la Araucanía y constatar lo poco que conocen a
poetas mapuches actuales tan importantes como Elicura Chihuailaf o Lorenzo
Ayllapán, por ejemplo
-Eso es falta de comunicación, más que nada,
también es poco de indolencia. También los mapuches del campo son celosos con
los “mestizos” que viven en la ciudad. No se puede hablar del pueblo mapuche en
general, hay que diferenciar entre los de la ciudad y los del campo. Los del
campo no comprenden mucho el proceso que se ha vivido con las migraciones mapuches a las ciudades.
-Pero ambos se han distanciado de una
autovaloración de su cultura.
-Es complejo. Muchos que se han venido del
campo a la ciudad, lo han hecho por pobreza, entonces relacionan la cultura
mapuche antigua con pobreza. En cambio, quienes han estudiado comprenden la
cultura mapuche antigua y la relacionan con pobreza espiritual o cultural. A
veces, los del campo, no son tan tolerantes con los que se van a la ciudad.
Otros, los de la ciudad, que no han estudiado, se olvidan de los mapuches del
campo. Son actitudes distintas que hay que diferenciar.
-Bueno,
la migración campo-ciudad por razones económicas ha sido común en este siglo
para cualquier campesino chileno. Sin embargo, para los mapuches también tenía
que ver con chilenizarse en lo cultural, como una manera de evitar la
tradicional mala mirada del chileno ante lo indígena. Usted, don Lorenzo, fue
emigrante y se casó con una chilena. ¿Vivió actitudes de desprecio hacia su
cultura?
-Claro que viví el maltrato hacia lo nuestro.
Nunca había una alabanza hacia lo indígena. Pero no pensé cambiarme. Me dije:
“bueno, si mi cultura es inferior, tengo que saber en qué se basan para decir
que es inferior”. Ahí empecé a estudiar ,mas afondo eso.
-¿A qué
conclusión llegó?
-Yo
me considero una persona importante. Conozco mi cultura, la vivo y a mi familia
siempre le he hablado de lo que son nuestras costumbres. Por eso me considero
importante. Por eso me considero importante, ya que no todos los hombres son
así. Pero, francamente, a los campesinos mapuches que emigran a Santiago, que
venían a buscar trabajo, los trataban muy mal.
-¿Recuerda
alguna anécdota personal de maltrato?
-Personalmente, no. Porque cuando llegué a la
ciudad ya era un hombre educado. Antes, en Temuco, había trabajado como profesor
rural y también como carpintero especializado. Estudié en la misión anglicana
hasta sexto preparatoria y luego para Técnico Agrícola, lo que en esa época
significaba mucho. Estamos hablando del año 39. Por eso nunca tuve complejo de
inferioridad. En Santiago pude haber sido empleador detrás del mostrador. Pero
no era un tipo necesitado de trabajar para ganarme la vida. Desde mi casa en al
campo, me mandaban ayuda, pues mi abuelo tenía hartas tierras…”
Dinamarca,
Hernán Bolero de Almas, Santiago, Chile, LOM, 1996
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