Salgo de la pega temprano por la tarde. Cuento hacia atrás los segundos que quedan para terminar la jornada.
Me voy acomodando los fonos y salgo corriendo por los pasillos del instituto. Algunos de mis alumnos quedan en la sala de clase conversando o repasando la materia... no, repasando la materia, no.
Paso a dejar el libro de clase a la sala de profesores, dejo la cartola de asistencia, marco el numero y salgo por la ancha puerta de madera café de la entrada del instituto.
Esta fresca la noche. La mayoría de los puestos están cerrados. Hay barrenderos barriendo (lógico) la calle. no puedo acortar camino porque el pasaje está cerrado. Debo seguir por la avenida hasta la estación del metro. Voy caminando rápido porque el ultimo tren está por salir.
Bajo por las escaleras, acerco la tarjeta al torniquete y bajo al andén. El tren aun no llega. Me quedo mirando las vías. Me llaman la atención. No hay mucha gente.
Entonces el tren se aproxima. Se detiene. Subo y me acomodo cerca de la puerta porque los asientos están ocupados. Entra viento por las ventanillas y se agradece porque hace mucho calor. Me reflejo en la ventana de la puerta. Se me ve cara de idiota. Llegamos a la estación donde me debo bajar para hacer el transbordo. Bajo del tren y camino toda la estación hasta llegar al lugar de intercambio. Subo por la escalera mecánica, y llego a la estación que está en la superficie. Hay ambiente. Lo mismo: me pongo a ver las vías, veo que están algo oxidadas, pero eso no me interesa. Cuando el tren llega, camino hasta el final para tomar el ultimo vagón. el tren es largo, por la cresta. Subo en en vagón del centro y comienzo a caminar por dentro del tren hasta llegar al ultimo vagón, porque el tren tiene mariposa. Llego a la ultima puerta y me acomodo. El tren comienza su viaje y se va raudo al lado de la panamericana donde hay un taco de mierda. Me es confortable mirar el taco desde el tren. Así sigue mi viaje hasta la estación intermodal, donde todos debemos bajar para tomar el bus para concluir definitivamente la jornada. Hay que subir escaleras, cruzar la avenida y, naturalmente armarse pa paciencia para esperar la micro, la que no pasa nunca.
Todo para llegar a la casa del buen tipo que bota buena basura
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