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miércoles, 1 de febrero de 2012

El Gorila




Cierto día, en determinado lugar de la gran capital, el dueño de casa se encontró con una singular sorpresa al momento de salir al patio de su casa esa mañana. Era una calurosa mañana de sábado, cuando descubrió que el árbol del patio de su casa se encontraba un gorila subido al árbol del patio de su casa. El hombre corrió al baño a mojarse la cara, pensando que aquel gorila subido en el árbol del patio de su casa era producto del sueño. Entonces, regresó al patio, miró su gran árbol y pudo notar con toda claridad a un gorila subido en el árbol del patio de su casa. “hay un gorila subido en el árbol del patio de mi casa” pensó.  Sigiloso, rodeó el árbol donde estaba el gorila subido al árbol del patio de su casa. El gorila subido al árbol del patio de su casa lo miraba sin intención de bajar de él. “¿y ahora que voy a hacer con el gorila subido al árbol del patio de mi casa?” preguntó para sí. Raudo, se dirigió hacia su pieza, encendió su computador portátil, y buscó en el navegador “gorilas subidos en los arboles de los patios de las casas”. Desafortunadamente, no encontró respuesta y volvió al patio donde estaba el gorila subido al árbol del patio de su casa. El se paseaba por el patio donde estaba el árbol con el gorila subido al árbol del patio de su casa tratando, inútilmente, de buscar una respuesta. De a ratos, miraba el árbol donde estaba el gorila subido al árbol del patio de su casa. Veía atónito como el gorila subido al árbol del patio de su casa mecía el árbol donde estaba el gorila subido al árbol del patio de su casa. Asustado, el buen hombre pensaba en lo que podría pasar si el gorila subido al árbol del patio de su casa se escapaba. Luego pensó que el gorila subido al árbol del patio de su casa no bajará porque el gorila subido al árbol del patio de su casa se veía muy confortable en el árbol donde estaba el gorila subido al árbol del patio de su casa. Intentó infructuosamente, poner bananas alrededor del árbol para ver si el gorila subido al árbol del patio de su casa, se animaba a bajar, pero nada. El gorila subido al árbol del patio de su casa nunca bajó. Desesperado, llamó a su amigo de infancia, para ver si entre ellos podrían hacer algo con el gorila subido al árbol del patio de su casa. Nervioso, llamó a su amigo, y le habló desde su patio:
-Juan!
 -Olegario, que tal
-Oye, te llamo porque tengo un problemón en mi casa, resulta que tengo a un gorila subido al árbol del patio de mi casa
-¿qué?, ¿Un gorila subido al árbol del patio de tu casa?
-Sí, hombre. Un gorila subido al árbol del patio de mi casa y no sé qué hacer con el gorila subido al árbol del patio de mi casa
 -¿y el gorila subido al árbol del patio de tu casa como llegó ahí?
 -No sé, loco. Desperté en la mañana y el gorila subido al árbol del patio de mi casa ya estaba subido en el árbol del patio de mi casa…”
-Taimare… ¿y no es peligroso el gorila subido al árbol del patio de tu casa?” –
-No, el gorila subido al árbol del patio de mi casa solo está arriba del árbol donde está el gorila subido al árbol del patio de mi casa, ¿Qué hago con el gorila subido al árbol del patio de mi casa? Estoy nervioso con el gorila subido al árbol del patio de mi casa… me da cosa estar solo en mi casa con el gorila subido al árbol del patio de mi casa… ayúdame a tratar de bajar al gorila subido al árbol del  patio de mi casa…”
Y así, después de varios intentos por bajar al gorila subido al árbol del patio de su casa, se dio cuenta de que ya no podría lograrlo. El  y su amigo decidieron dejar al gorila subido al árbol del patio de su casa allí arriba, total, de ahí no bajaría, por lo tanto no haría daño a nadie, porque, al parecer, el gorila subido al árbol del patio de su casa se veía muy contento arriba. El gorila subido al árbol del patio de su casa continuaba arriba del árbol del patio de su casa sin intenciones de bajar del árbol del patio de su casa. Y así pasaron los meses y los años.  Cada día que pasaba  el gorila subido al árbol del patio de su casa parecía más confortable en aquel árbol del patio de su casa. Finalmente, se hacían buena compañía. Así pasaron sus días acompañándose el uno al otro, palabra del señor.

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