Hay un cadáver en el baúl de mi recamara,
Y no se quien cresta lo dejó ahí.
Ahora resulta que tengo a un
muerto viviendo conmigo.
Desde que vi al muerto que no
puedo dormir,
De solo pensarlo me da cosa.
Yo pensé que Anatolio Valdes Duarte, mi fiel perro,
lo había matado.
Pero al pobre una mosca lo puede
espantar.
Tanto esfuerzo, estudio y
sacrificio por vivir en paz y tranquilo y venir a pasarme esto justo a mí.
El muerto vive desde hace algún
tiempo en mi baúl, desde el día en que lo descubrí,
que mas urgido no puedo estar.
Ahora si que cagé. Siento ya las
llamas del infierno que me consumen,
Por castigo mereceré ser devorado
por la furia del diablo en su infierno.
Hay un cadáver en el baúl de mi
recamara,
De casualidad, ¿no es tuyo?
Que tengo mala suerte, por la
cresta. ¿Qué voy a hacer ahora?
Lo mejor es no pensar en el cadáver del difunto muerto
que se murió.
Hasta que me llame Satán voy a
tener que cargar con un difunto…
(Que más encima está muerto)
Me hice una pregunta: ¿Cuál es el
castigo que tengo que pagar?
Ya me siento consumido por las
llamas del averno
Y si no hago algo pronto,
consumido me calcinaré.
Resulta que ni siquiera conozco al
cadáver.
En la noche, me temo, que el
difunto se pare, valla a la cocina,
Tome un cuchillo cocinero y me
acuchille y yo perezca muerto para hacerle compañía…
Ahora resulta que estoy igual que
en la película Pesadilla: no puedo dormir.
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